Rizzi

Ernesto Dellapiana, un joven empresario egresado de la Facultad de Economía y Comercio y propietario de una industria que opera en el sector de la conversión de papel, atraído por el encanto irresistible de su tierra natal, decide regresar a Treiso, patria de Barbaresco, donde las raíces de su familia y del siglo XIX le esperan y le acogen con los brazos abiertos y donde, junto a su mujer Lía, en 1974 emprende el camino de la viticultura sin saber que, poco después, se encontraría gestionando una realidad compuesta por 35 hectáreas de viñedo y 80.000 botellas producidas anualmente. Con el paso de los años, a Ernesto y Lia se han sumado también sus hijos Enrico y Jole, el primero dedicado a gestionar la parte enológica, mientras que el segundo a cargo de la parte comercial y de gestión. Con parcelas ubicadas en algunos de los mejores lugares de la denominación Barbaresco, la empresa tiene la parte principal y la mayor parte de sus viñedos ubicados alrededor de las salas de la bodega, mientras que otras hileras se extienden hacia las áreas vecinas. La atención y respeto por el medio ambiente y el ecosistema es máxima y prioritaria; en el viñedo, las plantas son seguidas rigurosa y cuidadosamente con compost y estiércol para la fertilización, mientras que los tratamientos clásicos y tradicionales con cobre y azufre se utilizan para los parásitos. Evidentemente, en la bodega se sigue la misma filosofía y ética para potenciar al máximo todo lo que el territorio y la añada han sabido expresar. Tanto Barbaresco como Nebbiolo, pero también Barbera, Dolcetto, los vinos típicos y más famosos de Langa. La filosofía de la bodega Rizzi es clara y el objetivo, desde sus orígenes, ha sido siempre conseguir potenciar en los vinos lo que la temporada y el territorio han sabido expresar en la fruta. De todo ello nacen excelentes vinos: una gama de etiquetas que a lo largo de los años ha destacado por su constancia, fiabilidad y calidad.