Brigaldara

La hacienda Brigaldara establece su partida de nacimiento en 1928 con la compra de la mansión y la finca, de unas 120 hectáreas, por Renzo Cesari. Con el paso de los años, su hijo Lamberto continuó la actividad productiva, especializando los cultivos hacia la parte vitivinícola, cuyo mayor impulso comenzó en la década de 1980, cuando la dirección pasó a manos de Stefano, sobrino de Renzo, quien fue asistido por el enólogo Roberto Ferrarini. , uno de los innovadores más importantes de la historia de Amarone y de toda Valpolicella. Los resultados no se hicieron esperar, de hecho en 1997 el Amarone di Brigaldara obtuvo por primera vez el codiciado reconocimiento de las Tres Copas de la Guía Gambero Rosso, el máximo reconocimiento de vinos italianos. En la década de 2000 se percibió que la especialización de los viñedos, o la "zonificación", representa un factor importantísimo para alcanzar las altas e inaccesibles cimas de la calidad absoluta, especializando los viñedos en función de las variedades más adecuadas para cada zona: concretamente las Corvina, la Corvinone, la Rondinella y la variedad autóctona redescubierta de Oseleta que son las uvas autóctonas con las que se elaboran los vinos de Valpolicella. Hoy la finca Brigaldara tiene más de 120 hectáreas, de las cuales 47 están plantadas de viñedo y el resto de olivares, cultivos, pastos y bosques. Una biodiversidad muy importante, vital para el ciclo productivo y más allá; un aspecto que la familia Cesari ha decidido potenciar mediante prácticas sostenibles, tanto en el viñedo como en la bodega. Un equipo de jóvenes enólogos y agrónomos se dedican a potenciar la expresión varietal de los terroirs de las distintas zonas de viñedo. Cabe añadir que la relación de Brigaldara con la comarca de Valpolicella no termina con la producción de vino: se practica la silvicultura junto a los viñedos, se cuidan los campos y los muros de piedra seca, se gestiona la trufera y se reintroduce la cría de ovejas en los grandes campos durante siglos dedicada a la ganadería ovina, un verdadero ecosistema donde todo tiene una función y un fin.